sábado, 9 de agosto de 2014

Hope

Parece mentira, la humanidad parece tener el deseo irrefrenable de crear. De crear para hacer la vida más cómoda, más llevadera. Comer en el suelo era incómodo; la humanidad creó la mesa.
Queríamos algo para descansar después del trabajo; la humanidad creó las sillas.
Los animales eran demasiado lentos para desplazarnos; la humanidad creó los vehículos.
Pero hasta nosotros tenemos nuestras limitaciones y no podemos abarcarlo todo. Al fin encontré algo cuya creación para satisfacernos no existía.
Queríamos algo para satisfacer nuestras necesidades amorosas, pero la humanidad no lo pudo crear.
Cómo crear algo para gustarle a alguien, para dar el primer paso, o tan sólo para decir un te quiero?
Era imposible, todos mis esquemas se habían roto.
Esa noche me la pasé en vela tumbado en el jardín. En un momento en que abrí los ojos, todo pareció iluminarse a mi alrededor. En ese preciso instante, una estrella fugaz quedaba retenida en mi retina.
- Ya está, lo tengo. La humanidad no pudo crear nada, pero allí dónde no puede llegar el ser humano llega el planeta. Gracias a esas estrellas, las personas pedimos deseos, aún sabiendo que es algo infundado, que es muy poco probable que sea verídico. Pero claro, si sabemos que no se va a cumplir, por qué vamos a hacerle caso a una simple estrella fugaz?
Volvía a encontrarme en un callejón sil salida. Mis esquemas volvieron a quebrarse.
Entonces tu, que llevabas observándome todo el día, te acercaste, y mientras me abrazabas me dijiste unas palabras que consiguieron llenarme de nuevo, y para siempre:
- Para eso Dios, o quien fuera que nos creara, nos dotó de algo que no hacía falta crear, sino que ya residía en nosotros.
- El qué? - Pregunté yo.
- La esperanza, esperanza de que algo improbable pueda ocurrir, porque no existe nada imposible, sino poco probable.
Porqué la esperanza es lo último que se pierde - finalizó.

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