miércoles, 9 de julio de 2014

Actuar no es cambiar, es avanzar

Una vez me dijeron que el miedo a fracasar es lo que me haría fallar. Que el temor a lo desconocido me impediría avanzar y descubrir lo bello que puede ser vivir.Que la soledad era el único final posible a la conformidad.
Necias palabras en aquel entonces. Estaba en mi zona de confort y estaba a gusto, seguro de mi mismo y feliz con lo que tenía. Para qué arriesgarme, para qué aventurarme en terrenos abruptos, para qué buscar si ya lo tenía todo?
A lo largo de los meses se me fueron presentando oportunidades. Nuevas opciones que yo me tomaba como ataques a lo que yo ya tenía formado. Un círculo impenetrable para todo lo ajeno. Yo seguía feliz con lo mío, lo tenía todo y no necesitaba nada. Las oportunidades iban pasando por delante de mi retina y yo las desechaba, como quien recoge la propaganda del buzón y la tira en el suelo.
Con el tiempo, las cosas fueron cambiando: los amigos iban logrando nuevas metas, que les llevaban a nuevos mundos de los que yo no era el centro, la familia cada vez brillaba con una luz más tenue debido al transcurrir de los años, y mi baúl del confort cada vez resonaba de forma más hueca en mi vida.
Qué estaba pasando? Por qué se estaba desmoronando todo mi mundo, si yo no había hecho nada para que todo cambiase?
Entonces recordé las palabras de aquel sabio.
Mi cobardía me había hecho tan ciego que no me había dado cuenta que todo lo que había a mi alrededor había seguido girando, mientras yo me quedaba quieto. Aquellos miedos que yo tenía no eran compartidos por mis allegados; ellos habían sabido luchar por lo que querían, sin desmerecer ni abandonar lo que ya tenían. Habían abierto nuevas puertas sin necesidad de cerrar ninguna. Corrí, corrí lo más rápido que nunca antes había logrado correr. Volví a esos trenes, pero ya habían abandonado la estación. Volví a esos barcos que me ofrecían viajes inimaginables y ya habían zarpado. Fui a recoger las oportunidades que había desechado y ya las habían ocupado otros.
Exhausto, me senté en el primer banco que vi. Con las manos sobre mis rosillas, cabizbajo, me resignaba al ver que nunca podría ser nada, que mi vida sería totalmente llana y que pasaría por este mundo del todo inadvertido, sin haber hecho nunca lo que realmente me habría gustado.
Y ahí me quedé el resto de mis días, sentado, resignado, preguntándome por qué no escuché las palabras de ese hombre desconocido cuando aún estaba a tiempo, cuando tenía todo un mundo de arcilla delante mío para moldearlo a mi antojo, antes de que se secara y fuera imposible siquiera tocarlo sin romperlo.
Porque el momento siempre es ahora, porque después quizás sea demasiado tarde, porque los valientes solo mueren una vez, y los cobardes mueren constantemente, porque luchar por lo que uno quiere es siempre avanzar, y porque cuando algo no se intenta, nunca se sabrá qué habría pasado si se hubiese agarrado el toro por los cuernos.
"Que el temor a fallar no te impida jugar" Michael Jordan

No hay comentarios:

Publicar un comentario